COMENTARIO
Por su actualidad en la vida colombiana he querido traer este magnifico reportaje publicado en Noviembre de 2011 por mi General Clavijo, quien con su inteligencia vislumbra la realidad nacional y propone en ellos fórmulas para superar la crísis.
REPORTAJE
Por Brigadier
General (r) Adolfo Clavijo
la
experimentada periodista estaba revolcando papeles, periódicos y revistas. Lo
hacía con ansia. Su escritorio estaba tan desordenado que era un verdadero
desastre. De pronto, interrumpió su frenética tarea, pasó a su computadora y
buscó la lista de reportajes que ella había hecho, y los de colegas suyos que
había guardado porque le habían gustado. No estaba buscando un reportaje
específico sino a quién entrevistar. Quería hacer una entrevista singular; un reportaje distinto, inédito, que
aportara información novedosa e importante. Al revisar el mundo de documentos,
periódicos, revistas, y el listado de trabajos propios y ajenos que tenía ante sí,
sacó como conclusión que era común que, diaria o semanalmente, en los periódicos,
en programas de televisión y en noticieros radiales se entrevistara a
políticos, empresarios, industriales, deportistas, profesores, amas de casa,
gobernantes, funcionarios, militares, obreros, indígenas, campesinos,
guerrilleros, ex guerrilleros, mafiosos, presos, extraditados, etc., buscando
sacar a la luz pública hechos, datos, informaciones o algo que fuera llamativo
para los lectores, televidentes o radioescuchas. Sin embargo, tuvo que aceptar
que todas estas entrevistas le resultaban sosas, poco llamativas; ella quería
algo inaudito, insólito.
Buscaba hacer un
reportaje original. Quería entrevistar a un personaje que le pudiera suministrar
información auténtica, novedosa, desconocida, incluso íntima, sobre un tema
específico. No daba con quién podría ser ese personaje. Resolvió tranquilizarse
para poder pensar con cabeza fría; se recostó en la silla del escritorio,
estiró las piernas, cruzó las manos detrás de la nuca y entrecerró los ojos. Parecía
dormitar, pero no, estaba concentrada en su propósito. En efecto, a los pocos
minutos, dio un salto y exclamó:
“¡Listo! ¡Lo
tengo! ¡Lo tengo!” Y, hablándose a sí misma, dijo: “Ese sí se las sabe todas.
Es el que más y mejor información tiene porque está metido de lleno entre la
olla de los problemas. Ése es el que estaba buscando”.
Entusiasmada, tomó
el directorio telefónico, buscó con avidez, y una vez encontró al personaje lo
llamó de inmediato por el teléfono fijo.
-
¡Aló!
-
Buenos días. ¿Con quién tengo el gusto?
En lugar del
nombre que esperaba oír, escuchó una voz cortante, tosca, que le lanzó otra
pregunta: “¿A quién necesita?”
-
Necesito al señor Conflicto Interno, por favor.
-
Sí, soy yo. ¿Y yo con quién hablo? ¿Qué se le ofrece?
_
Pues…, bueno, soy una periodista que desea entrevistarlo. Me
llamo Pesquisa Estratégica y trabajo en el periódico El Pacifista.
-
Mmmm, a mí nunca me han hecho un reportaje, pero no le veo
inconveniente. Hasta me gustaría que la gente supiera por qué existo y por qué
soy como soy; de pronto hasta me ayudan a cambiar. Si quiere, veámonos el
viernes por la tarde, aquí en mi casa, o donde usted diga.
-
Perfecto. El viernes le caigo, a las tres de la tarde. Voy
con un camarógrafo y un fotógrafo. ¿Le parece bien?
-
Venga sola. No necesita ni el camarógrafo ni el fotógrafo. Yo
me hago sentir todos los días, en muchas formas. Con que busque fotos de los
periódicos o tomas de televisión de los noticieros del día anterior a publicar
la entrevista es suficiente. Así le resulta actualizada.
-
Ok, entonces nos vemos el viernes. Adiós y gracias.
-
Hasta luego.
El viernes se
encontraron a la hora prevista, en la casa de Conflicto Interno. Después de los
saludos de rigor, la periodista le explicó qué pretendía con la entrevista, y
le solicitó que con las respuestas le ayudara a darle cuerpo a la idea. Luego,
empezó el reportaje:
-
Me gustaría, primero que
todo, que usted nos contara quién es, qué hace, cuál es su origen, cómo surgió a
la vida pública de Colombia.
Bueno, yo, Conflicto Interno, soy descendiente directo de las
Guerras Civiles del Siglo XIX, incluida, por supuesto, la Guerra de los Mil
Días. La Violencia Política de los Cincuenta -y su secuela el bandolerismo-,
también hace parte de mis ancestros. En realidad, la Violencia Política es mi
madre putativa. Nací en 1962, cuando el Partido Comunista Colombiano empezó a organizar
en Colombia una revolución al estilo de la cubana. Es decir, llevo 49 años amargándoles
la vida a los colombianos. Tengo cuatro hijos llamados: Violencia, -como la
abuela-, Terrorismo, Narcotráfico y Delincuencia Común. Los cuatro trabajan para
mí pero, en la práctica, Narcotráfico, que tiene como socios a las guerrillas,
a las mafias y a las Bacrim, es el que nos sostiene a todos, excepto a Delincuencia
Común; ella se defiende sola.
Conflicto se
quedó pensativo por unos segundos y luego continuó:
-
De otra parte, existo, como han existido mis antepasados
Guerras Civiles y Violencia Política, porque ustedes, los colombianos, me han
aceptado como soy, con todas mis maldades, y parece que no pueden vivir sin mí.
Ojalá yo no existiera, pero los colombianos han hecho todo lo posible para que,
antes, mi beligerante familia y, ahora, yo, los hayamos acompañado a lo largo
de la historia. Muy pocas veces hemos estado lejos de ustedes.
-
¿Cómo así? ¿Usted afirma que
nosotros, los colombianos, propiciamos su existencia, a sabiendas de que es
perversa? ¿Que no podemos vivir sin usted? Explíqueme eso.
-
Muy sencillo. Yo me nutro de enfrentamientos,
confrontaciones, disputas por el poder, reyertas políticas, ambiciones
ideológicas, codicias, conspiraciones, conjuras, violencia, terrorismo, protestas
agresivas, vías de hecho, etc. Y todo eso lo hay en Colombia, al por mayor. Eso
es lo que me permite existir; lo que me alimenta. Por ejemplo, mi madre, Violencia
Política, pudo subsistir aquí entre 1948 y 1953 gracias al agarrón entre
liberales y conservadores. Y, desde 1962, yo tengo puesta la camiseta del
comunismo, que, con el patrocinio de las mafias, me tiene trabajando las 24
horas del día.
Pero ¿qué es lo que realmente
le da vida a usted, señor Conflicto Interno? ¿A qué atribuye su nacimiento y
desarrollo aquí en Colombia?
-
Yo soy hijo biológico de las ambiciones y codicias políticas;
de la lucha indiscriminada por el poder. Esas ambiciones, codicias y luchas, aprovechando
que la democracia colombiana es tolerante, débil e indulgente, apelan a la
violencia para alcanzar sus metas, cuando saben o se dan cuenta de que por las
vías legales no las pueden lograr. Entonces, viene el problema que me da el
“soplo de vida”: unos agreden y otros se defienden. Surgen los muertos de lado
y lado y eso es lo que me convierte en personaje de la vida nacional. Pero, si
las ambiciones por el poder político y económico del país fueron las que me engendraron,
los errores y las grandes fallas del Estado para tratar esos problemas fueron
los que me criaron, me alimentaron y me hicieron crecer y desarrollar en medio
de disparos y acciones criminales.
A mi madre putativa, la Violencia
Política, y a mis abuelas y bisabuelas, las Guerras Civiles, las fecundaron y las
formaron las peleas entre liberales y conservadores. A mí me concibió y me
levantó el enfrentamiento entre el comunismo, que pretende tomar las riendas del
poder, y la democracia, que trata de sostenerse.
-
Me disculpa, pero, siendo sincera,
yo creo que los colombianos no estamos interesados en que usted haga parte del
devenir nacional; que esté inmerso en la historia de la nación. No queremos
seguir despertándonos todos los días dándonos cuenta de su presencia, debido a
graves hechos de violencia que encabezan las primeras planas de los periódicos.
¿No cree que su final está próximo?
-
Lamento desilusionarla, pero, como están las cosas, y
teniendo en cuenta el manejo que le vienen dando a la situación, yo nunca voy a
desaparecer. Esto lo digo porque los gobiernos, los doce que han tenido que ver
con la problemática, creyeron que lo único que me daba vida como Conflicto
Interno eran las guerrillas, las autodefensas y su patrocinador, el
narcotráfico. El error persiste; ahora se cree que las Farc, el Eln y las Bacrim
son las únicas malas del paseo, cuando en realidad hay muchas otras cositas y
pretensiones que me mantienen vivito y coleando. A mí me parece que mientras no
se haga un chequeo completo de la salud del país, uno que permita descubrir otros
males como el pago de indemnizaciones y el robo de tierras, nunca podrán mostrarme
la tarjeta roja; entonces, seguiré siendo el dignísimo Conflicto Interno. En
esto siempre han estado muy equivocados los distintos gobiernos y el Estado en
general.
-
¿Podría explicar usted lo que
afirma de las equivocaciones de los gobiernos para darle manejo a la guerra que
vivimos y de la falta de un conocimiento completo de lo que pasa?
-
Voy a redondearle la idea en términos sencillos. Las Farc, el
Eln y las Bacrim, expresión real del narcotráfico, más otras organizaciones
criminales, asesinan, secuestran, extorsionan, etc. Es decir, cometen sus
crímenes, que es lo que saben hacer. El Estado, apoyado sólo en la Fuerza
Pública, responde buscándolos y golpeándolos cuando puede, y así pasan los
días, las semanas, los meses y los años. Y para el Estado ese es todo el
problema: bala va, bala viene, y ¡listos! La única solución considerada es que
la Fuerza Pública liquide definitivamente a esas organizaciones, pero está
demostrado que sola no lo puede hacer porque la agresión al Estado no viene
únicamente por la vía de la violencia física. Existen otras maneras de agredir
al Estado para desestabilizarlo, y yo veo que a eso no se le ha parado bolas.
En ese campo, la reacción del Estado no puede ser armada. Resulta que en esto
el Estado lleva 49 años, sin querer entenderlo.
Incluso, hace poco tiempo, el Gobierno
sostenía que yo no existía, cuando he tenido más pinta de guerra que de
conflicto. Negar mi existencia no arregló nada; me ayudó a vivir sin
preocuparme, porque nadie me molestó.
-
¿Quiere decir que el problema
va más allá del enfrentamiento entre las organizaciones al margen de la ley y
las fuerzas regulares del Estado? Explíqueme eso.
-
Al Gobierno de Colombia sólo lo trasnochan las Farc, el Eln,
las Bacrim y las mafias del narcotráfico. Al resto, o sea, a los que conspiran,
conjuran, injurian, manipulan la justicia, etc., el Estado los trata como a
esos niños necios a los que los padres les permiten que hagan lo que quieran,
que pataleen, griten, lloren y se quejen sin ninguna razón, y resulta que cuando
el padre quiere trancarlos porque se volvieron inmanejables, no puede, ya es
demasiado tarde, ya le han cogido mucha ventaja; entonces, para que lo dejen en
paz por un ratico, termina dándoles gusto. Eso ha pasado aquí. Esos chicos, que
se hacen los demócratas, con nombres comunes como Iván, Piedad, Gloria, Javier,
Jaime, Jorge, Gustavo y otros que fungen de abogados y defensores de los
derechos humanos, ponen en jaque la gobernabilidad. Viven sacándole la piedra a
todo el mundo; desestabilizando. A mí, Conflicto Interno, esos ‘chicos’ me
ayudan mucho a estar vigente; motivan a mis hijos, en especial a Violencia y
Terrorismo, a que vivan haciendo travesuras. En otras palabras, la pasividad le
está saliendo cara a Colombia porque la subversión no física le cogió ventaja
al Estado. Lo tiene manicruzado.
-
Pero, ¿hay algo que
justifique o explique esa doble acción contra el Estado, que le da vida a usted
como Conflicto Interno?
-
En esto hay mucha tela para cortar. No se trata de una doble
acción. Se trata de un programa conjunto, integrado, coordinado, preconcebido,
que cumple, de manera sincronizada, un proyecto que está en pleno desarrollo. Como
Conflicto Interno, soy el más autorizado para saber lo que está pasando porque,
al estar en el ojo del huracán, conozco al dedillo el problema. Escúcheme,
póngame cuidado: actualmente, el enemigo real y concreto de la democracia
colombiana es el Socialismo de Siglo XXI, que busca, por todos los medios,
sustituirla para imponerles a los colombianos un gobierno comunista del mismo
sello del de los vecinos. En ese plan están los gobiernos ya matriculados en la
línea de Venezuela, el Foro de São Paulo, los partidos comunistas
de América, algunos de Europa, las Farc, el Eln, partidos de la izquierda
colombiana, algunos políticos de partidos tradicionales y periodistas de
izquierda, Ong y colectivos de abogados. Estos dos últimos juegan dos cartas:
una político–ideológica y otra comercial: vender demandas para que les paguen
con indemnizaciones. En este conjunto de piezas que forman un engranaje
conspirador, las Farc y el Eln realizan la presión armada del proceso mientras
la subversión política cumple un papel complementario, sin armas: le ´jalan´ a
las presiones y coacciones políticas y a la manipulación y tergiversación de la
administración de justicia.
-
Según lo que le entiendo,
Colombia es blanco de un proceso subversivo que pretende instalar un gobierno
comunista, y ese proceso cuenta con dos componentes; uno que emplea la vía
armada y el otro, la presión política. ¿Es así?
-
Efectivamente, es así; veo que me entendió bien cómo es la
cuestión. Pero hay algo más. Hay que tener en cuenta que el componente que
emplea la presión política tiene a su vez dos segmentos: uno interno y otro
externo (elementos foráneos). El
segmento interno trabaja sobre dos hojas de ruta: una política, que pone en la
cuerda floja a los gobiernos y permite acariciar la idea de sentar al comunismo
en el poder; la otra, jurídica, que cumple tres objetivos: 1) Con base en
falsas denuncias a militares debilita la reacción militar contra las
guerrillas. 2) Con esas falsas denuncias le dan vida a un negocio 100% perverso
y muy lucrativo, porque haciendo condenar a inocentes, ellos llenan sus arcas y
bolsillos. 3) Además, luchan por la continuidad del enfrentamiento para que no
se les acabe este rentable negocio. Enredadito el problema, ¿no?
Ah, algo más. El segmento externo
busca no aparecer, no incidir, pero presiona cuando le parece. Además,
aguijonea a las organizaciones armadas para que sigan en lo suyo.
De otro lado, la parte armada cumple
dos propósitos: uno es la violencia de las cuadrillas –crímenes de toda
naturaleza; el otro es el terrorismo urbano que realizan las milicias, más la
agitación, los disturbios, motines y las vías de hecho. Infiltran todo tipo de
manifestación o protesta pública de estudiantes sindicatos, indígenas. Recuerde
que alterar el orden público es uno de mis deportes favoritos.
-
Usted dijo antes que el
Estado no actúa sino contra la parte armada del proceso subversivo y no hace
nada contra la parte política, ¿no es eso lógico por cuanto la violencia y el
terrorismo plasman actos delictivos que el Estado tiene que reprimir, mientras
que las acciones políticas se encuadran dentro de los desarrollos normales de
una democracia y no tienen por qué ser sancionados?
-
Las falsas denuncias y los desórdenes y desmanes producto de
las protestas son delitos que el Estado se ha quedado corto en penalizar. En el
cobro de indemnizaciones por denuncias inicuas también caben acciones punitivas
pero no se han visto. En cuanto a las jugadas políticas, sí habría que mirar en
dónde hay conspiraciones o conjuras y, si se pueden comprobar, el Estado
debería reaccionar, pero nunca lo hace. Esas omisiones me favorecen; me
mantienen con buena salud.
-
¿Qué otro hecho impide una
salida pronta del enfrentamiento fratricida?
-
Las zancadillas que el Estado le pone a la Fuerza Pública, sobre
todo al Ejército. Mis hijos y sus socios la atacan con sevicia, y el Estado, en
lugar de protegerla, le cae encima. Unos pocos ejemplos. 1) Fuera del garrote
que la administración de justicia les da a los militares, varios gobiernos, atendiendo
presiones de terceros, han tomado como ejercicio soberano, sin fórmula de
juicio, destituir a generales y coroneles. 2) La devaluación de la JPM y el
fuero, con responsabilidad de las tres ramas del poder público. 3) La burocratización
del Ministerio de Defensa: oficiales experimentados que ocupaban algunos cargos
administrativos -Secretaría General, Dirección JPM, Planeación, entre otros-, fueron
desplazados y se les reemplazó con civiles inexpertos. 4) La reivindicación
política de guerrilleros y, al mismo tiempo, la condena injusta de militares
por actos legales del servicio, v. gr. el caso del Palacio de Justicia. 5) Las
condenas a priori a militares por
parte de la prensa, cuando ni siquiera ha comenzado el juicio. 5) Pago de
indemnizaciones amañadas con dineros del presupuesto de las Fuerzas. Todo esto
produce un doble efecto: les ayuda a mis familiares y amigos a mermar la capacidad
de reacción de su enemigo, y desmotiva a los militares cuando se dan cuenta de que
quienes los deben apoyar, en ocasiones, les voltean la espalda o les juegan
sucio. Esto ayuda a mantenerme activo.
Hasta aquí voy yo. Creo que podríamos
dar por terminada la entrevista. Espero haberle resuelto sus expectativas y haberle
dado ingredientes suficientes para que me digiera muy bien como Conflicto
Interno. Ignorar todos esos ingredientes que le nombré, ayuda a mis propósitos.
Como lo más seguro es que a mí no me van sacar del campo de juego, podríamos
hablar en otra oportunidad. Gracias por entrevistarme.
-
Sí, claro, todo esto es nuevo
para mí y, estoy segura, para la mayoría de nuestros lectores. De mi parte, le
doy las gracias por sus informaciones, pero, de corazón, le digo que espero no
volver a verlo en mi vida ni en la vida de la nación nunca más y, por supuesto,
a sus hijos y a los socios de ellos, tampoco.
-
Ojalá su deseo se cumpla. Yo tampoco quiero seguir metido funestamente
en la vida de los colombianos, que, entre otras cosas, me caen muy bien, y
quisiera no joderlos más, pero el problema no es mío sino de su esfera política.
Adiós.
COROLARIO
Este tema del
conflicto interno complementa los anteriores análisis de la realidad nacional
(Procesos de Paz, Actitud del Estado Frente al Conflicto y Falsos Positivos),
presentados bajo formatos de fábulas y metáforas, figuras que facilitan la
comprensión de las apreciaciones de situación que se hacen para estudiar una
cuestión determinada, dentro de la problemática general del enfrentamiento que
vive el país.
En particular,
el presente texto trata el tema del conflicto interno colombiano. En sí, este es
un asunto muy complejo que subsiste en el ámbito colombiano debido a la gran
cantidad de intereses de tipo político, ideológico y económico que lo hacen
perdurar. Se puede definir como el punto de convergencia de intereses sórdidos.
De otra parte, el mal manejo que se la ha dado a través del tiempo, y las
equivocadas fórmulas de solución que en ocasiones se le han aplicado también han
contribuido a que tienda a perpetuarse en la vida de la nación. Por ejemplo, durante
los 49 años de conflicto, el país no ha contado con una Política de Estado que
obligue a todos los estamentos y a los distintos gobiernos a seguir una línea
de acción determinada que les cierre el paso a todas las clases de violencia y
de transgresión que mantienen en ascuas la estabilidad del país, y que corrija
actitudes o tendencias oficiales que veladamente ayudan a la existencia del
conflicto. Tampoco cuenta el Estado con una Estrategia Integral que involucre a
todas las entidades oficiales a trabajar en función de la paz, integrando,
dentro de sus facultades, planes y recursos.
Ahora que se
viene hablando de un posible diálogo entre el Gobierno y las guerrillas o, por
lo menos, con las Farc, y si con el diálogo se busca salir definitivamente del
conflicto, habría que tomar en consideración las siguientes situaciones:
1.
Las Farc y el Eln hacen parte del Foro de São Paulo, movimiento que busca instalar gobiernos comunistas
en Latinoamérica; eso hace que estos grupos armados no sean autónomos para tomar
decisiones como la de desmovilizarse. Es decir, esas organizaciones hacen parte
de un proyecto político internacional que insistirá en su objetivo de asumir el
poder, con o sin diálogos. Si es con diálogos los encaminarán hacia su objetivo
final. ¿Cómo manejará el Gobierno esta situación? ¿La tendrá en cuenta? Si no
le da manejo o no la tiene en cuenta, los diálogos pueden resultar
contraproducentes.
Además,
surgen otros tres interrogantes: ¿En su calidad de organización armada, las
guerrillas podrían desprenderse masivamente del narcotráfico? y ¿qué harían con
las milicias, a las que seguirían necesitando para que colaboren con el
proyecto político comunista, generando protestas con vías de hecho que
desestabilizan? ¿Sabrá el Gobierno qué hacer ante estas dos situaciones?
2.
Algunos sectores de la izquierda política colombiana –partidos,
movimientos, políticos tradicionales y periodistas con tendencia comunista- y
las fuerzas ideológicamente marxistas harán todo lo que les sea posible,
directa o indirectamente, para que los resultados de los diálogos no afecten la
posibilidad de que el Socialismo del Siglo XXI se instale, tarde o temprano,
como gobierno colombiano. Buscarán encauzarlos en el sentido que más les
convenga. ¿Tendrá en cuenta El Gobierno esta situación?
3.
Quienes usufructúan el pago indebido de indemnizaciones y
quienes se han apropiado ilegalmente de tierras procurarán que el conflicto no
se acabe, porque si eso sucede, se les acaba el negocio. Su intromisión en los
diálogos sería intensa. ¿Hay planes del Gobierno para manejar esta otra
situación?
4.
Si la administración de justicia del país no cambia su
actitud complaciente frente a quienes agreden al Estado y a quienes los apoyan,
e indebida frente a quienes defienden al Estado, no se concretará la paz en
Colombia. Si, por el contrario, la administración de justicia resuelve ser
justa, ecuánime y despolitizada, el camino hacia la paz en Colombia habrá avanzado
un 50 ó 60% de su trayecto total. De acuerdo con esta situación, los primeros
diálogos deberían ser entre el Gobierno y la Rama Judicial.
5.
Si el Gobierno no se prepara debidamente para conducir los
diálogos y allanar los caminos para que estos resulten favorables a los
intereses nacionales es mejor que no los acometa porque la improvisación puede
dar resultados contraproducentes.
En resumen, la
salida del conflicto colombiano depende más de la astucia y el empeño del Gobierno
para lograr la paz que de la codicia y tenacidad de quienes, mezquinamente,
están alineados al lado de los violentos. La astucia consiste en que antes de
dialogar con las Farc y el Eln dialogue con las instancias que en alguna forma
contribuyen con la existencia del conflicto.
Bogotá, D.C., noviembre de 2011
Escritos con los títulos: Súplicas de Esperanza, Clásico local y
Falsos positivos: el plato típico de la cocina criolla con más variedades.
Aprenda a prepararlos, respectivamente.