FORO
Por Brigadier General (r) Adolfo Clavijo
Dos rectores
de universidades, amigos entre sí, se encontraron para almorzar un día
cualquiera. Los temas que trataron inicialmente, relacionados con sus
respectivas universidades, dejaron ver que ambos estaban complacidos con sus
labores, pero esto no era obstáculo para que cada uno aprovechara la ocasión
para sacar provecho de lo que su interlocutor tenía que decir con respecto a la
educación superior. Después del tema académico abordaron la situación del país.
Los dos coincidieron en que era muy compleja y que no veían, ni en el corto ni
en el mediano ni en el largo plazo, solución a los grandes problemas que vienen
aquejando a los colombianos desde hace ya varias décadas. Atribuyeron la
subsistencia de los problemas al mal manejo que en diferentes ámbitos e
instancias les dan a las cuestiones que atormentan al país. De pronto, uno de
ellos le sugirió al otro hacer algo que pusiera en evidencia las
inconsistencias, incongruencias e insensateces que hacen prevalecer los
problemas en la vida nacional.
Al final, acordaron
realizar entre las dos universidades y dos medios de comunicación invitados, un
periódico y una revista, un foro que sacara a flote las fallas estatales, en
especial las gubernamentales, en la conducción de los asuntos oficiales, sobre
todo en la búsqueda de solución a los problemas. Con el fin de determinar el
tema del Foro, los panelistas y el moderador, quedaron en hacer una reunión
formal con los directores de los medios escogidos
A los quince
días se encontraron los cuatros en la Rectoría de una de las dos universidades.
Después de una larga discusión, se pusieron de acuerdo en que el tema a tratar
en el foro sería un interrogante: “¿Por qué Colombia no ha podido salir de los
graves problemas que le impiden vivir en paz y superar su condición de
subdesarrollo?” Después, dedicaron otro par de horas a definir quiénes
deberían ser los panelistas; no era fácil escogerlos pues deberían ser personas
muy versadas en la realidad nacional. Al final convinieron que fueran: el investigador
y tratadista de valores, principios y problemas, doctor Análisis; el especialista
en diseñar proyectos y obras de distinta naturaleza, doctor Planeamiento; y la experimentada
en la dirección y supervisión de trabajos, obras y realizaciones en general, doctora
Ejecución. Decidieron también que las intervenciones se harían en ese orden. Les
tomó un poco menos tiempo ponerse de acuerdo para nombrar como moderador del
Foro al experimentado en juicio y raciocinio, el filósofo Lógica. Por último, concertaron
la fecha, el sitio del evento académico –una universidad- los asistentes, la
difusión y promoción correspondientes y quiénes serían los invitados
especiales.
Llegaron el
día y la hora del Foro. El auditorio estaba full;
asistieron unas 600 personas, entre ellas los invitados especiales, que eran
congresistas, funcionarios del gobierno y rectores de otras universidades. El
resto eran estudiantes y público en general, debidamente inscrito, y unas ONG
que nunca faltan a estas programaciones.
Después de cumplirse
los puntos habituales del protocolo de la agenda, el filósofo Lógica leyó las
biografías de los ponentes. A continuación, le concedió la palabra al respetado
doctor Análisis, quien en su media hora, hablando con plena seguridad pero
también decepcionado, dijo, entre otras cosas:
En casi todas las instancias del Estado colombiano se
equivocan mucho en las valoraciones de los problemas nacionales. Por tal razón,
éstos pasan de gobierno en gobierno, de autoridad en autoridad, de funcionario
en funcionario sin que se solucionen. El ejemplo más clásico es el conflicto
interno, que lleva 50 años sin que le encuentren la puerta de salida; ni las
entidades ni las personas responsables de este entuerto han sabido que hacer y,
sin ruborizarse, entregan el puesto con el problema tal como lo recibieron, y
en algunos casos peor. Lo mismo pasa en otros aspectos de la vida nacional como
la salud, la educación, la pobreza absoluta, el agro, el desempleo y subempleo,
el narcotráfico, etc., etc., cuestiones que, si les van bien durante un
gobierno o durante el mandato de un jefe determinado, terminan como estaban,
porque lo común es que la situación empeore. Los problemas quedan para que los
políticos los exploten y los aprovechen en las campañas electorales con la
promesa de que, si son elegidos, ellos sí van a solucionarlos. Sin embargo, ellos
bien saben que tampoco van a cumplir.
Son muchas las causas que generan esta situación,
pero sólo hago mención de las dos más típicas: 1) El diagnóstico incompleto o equivocado
de una situación cualquiera del cual se parte para solucionar un problema. Siempre
se toma únicamente una parte del caso y no se consideran otras, bien puede ser
por desinterés, ignorancia o desaprensión. Por ejemplo, cuando se piensa en
soluciones al conflicto interno, siempre se han dejado por fuera de estudio de componentes
diferentes a los grupos armados, es decir, no se han tenido en cuenta las otras
formas de agresión. En el resto de problemas que afligen a los colombianos pasa
lo mismo. Por eso se registran en las actas de entrega de las dependencias como
asuntos pendientes o por resolver. 2) Los nombramientos de personas por la vía
de la burocracia, es decir, en pago de favores políticos o para atender las
presiones de las ‘palancas’ para que se nombre en ciertos cargos a amigos o personas
que no saben qué hacer o, si saben, no se preocupan por hacerlo. De la noche a
la mañana, convierten a un filósofo en estratega y terminan haciéndole caso. Por
estas razones, los grandes problemas nacionales son como una herencia que pasa
de ‘corbata en corbata’.
Cumplidos los
treinta minutos, dio por terminada su intervención, la cual dejó a mucha gente
con la boca abierta.
A
continuación, le cedieron la palabra al eminente doctor Planeamiento, quien pasó
al atril, saludó con amabilidad, agradeció la invitación y luego abordó su tema,
afirmando que si no se investiga en detalle un problema ni se estudian a
cabalidad sus entronques ni se evalúan sus causas es imposible entrar a diseñar
planes definitivos de solución o mirar fórmulas que lo saquen de juego de
manera radical. Dijo que, si a mucho, en algunos casos se logra llegar a
soluciones parciales. Anotó también que, sin embargo, a veces, cuando el nuevo
jefe o responsable de una determinada área recibe el cargo y le informan sobre
un problema crónico, se agarra del deficiente diagnóstico que encuentra o que
le hicieron sus colaboradores para tratar de atacar el problema y, de paso, a
su predecesor. Por lo general, con el fin de demostrar suficiencia y pericia en
la materia, estas personas sueltan una propuesta de solución empujada por una
corazonada o pálpito que no arregla nada -porque no se hace con base en
antecedentes ni experiencias- pero que pone a todos los subalternos a tirar
cráneo para estructurar la idea proyectando acciones, determinando objetivos,
calculando presupuestos, trazando esquemas y proponiendo organizaciones. Este
proceso dura sólo el tiempo que ese equipo o administración permanezca en el
poder, porque cuando llega un nuevo jefe impone su propia corazonada, matando y
enterrando la anterior. El doctor Planeamiento terminó su media hora asegurando
que así, en las instituciones y entidades oficiales se pierden tiempo,
esfuerzos y recursos en forma permanente, mientras el problema sigue intacto
porque por este camino, que es muy común en la administración pública, no se
remedia nada.
Acto seguido,
pasó al atril la doctora Ejecución; se le veía desanimada. Fue dura en sus comentarios
sobre cómo se llevan a cabo en Colombia los procesos de obras, trabajos,
contrataciones, prácticas, realizaciones, operaciones, actividades, estudios,
investigaciones, ponencias, etc. Anotó que en el país la palabra cumplimiento
está perdiendo su significado porque casi todo lo que se inicia queda sin
terminar o queda mal terminado o se demora el triple o no va encauzado hacia
donde se necesita. Esto frustra considerablemente a la población afectada por
el tema, además de que mengua los respectivos presupuestos. Entre otros de sus comentarios
se encuentran:
Es claro que si el diagnóstico es deficiente y la
proyección también es deficiente, las actividades que se desarrollen en los
sectores oficiales, por consiguiente, serán deficientes, lo que permite que
entren a mandar la incompetencia, la ineptitud, y a reflejarse los malos
resultados de las distintas administraciones.
Cuando la proyección es mala, es difícil
implementar controles, entonces hace su aparición la corrupción, que ha venido contestando
lista en casi todos los órdenes de la administración pública. Es muy raro el
bolsillo del Estado al que no le hayan metido la mano furtivamente.
Las frustraciones por los malos procesos en
programas que atienden necesidades urgentes de la población generan malestares
que en muchas ocasiones se traducen en violencia debido a que en las protestas
públicas se infiltran elementos de la subversión y de la guerrilla que cometen actos
terroristas para que sean atribuidos a las masas descontentas con los manejos
gubernamentales.
De todo lo anterior saca provecho el proceso
subversivo, que aumenta sus acciones de violencia para poner más en jaque el
gobierno de turno y crear una sensación de ingobernabilidad.
Con la misma
cara de desconsuelo con que inició su intervención, la doctora Ejecución
agradeció la atención que le prestaron durante sus treinta minutos y se sentó a
esperar preguntas.
Tomó entonces
el micrófono el PHD Lógica para abrir el periodo de preguntas. Le dio la
palabra a un estudiante que le formuló esta pregunta al doctor Análisis:
¿A qué atribuye usted la mala situación del país
en todos los campos? Entiendo que hay muchas causas y razones para que estemos
como estamos y que a corto y mediano plazo no se vislumbren cambios
sustanciales y positivos. ¿Cuál considera Ud. que sea la causa principal y por
qué?
Respondió el
doctor Análisis, no sin antes acomodarse las gafas y enderezar el micrófono del
atril:
Para mí, la causa principal de nuestras penas es
la politiquería. A medida que dé mis explicaciones sobre las causas, Ud. irá
entendiendo el porqué de cada una de ellas. Pues bien, la politiquería, es para
mí el papá (o la mamá, si prefieren) de los males que laceran a los
colombianos. El afán por hacer parte de la administración pública, en
cualquiera de sus entidades e instancias, hace que el aspirante se la juegue
toda, dejando de lado valores y principios. Y después, de la misma forma en que
se olvidó de condiciones morales y éticas para obtener un cargo oficial, cuando
lo desempeña, el decoro y la honestidad no caben en sus estudios de los
problemas ni entre los proyectos que diseña o que aprueba; se dedica a lo que
iba: a ‘explotar el cargo’. Entonces, lo tiene sin cuidado si acierta o no
acierta, si produce o no produce, si trabaja o no trabaja, si hace trabajar o
no hace trabajar. Sólo le preocupa que lo saquen antes de haber exprimido el
puesto. Podría extenderme más para contestar su pregunta pero me parece que con
esto puede quedar resuelta su inquietud.
El estudiante
asintió. En seguida, se levantó un profesor de una universidad e hizo una pregunta
con destino al doctor Planeamiento:
¿Cree usted que la corrupción incide de manera directa
en los planes y proyectos de los organismos oficiales, llámense institutos,
entidades, empresas del Estado, estamentos y, aún, en las distintas ramas del
poder público?
Indiscutiblemente que sí y, si la politiquería es el papá de los
males de Colombia, la corrupción es la mamá, señaló el doctor Planeamiento,
y agregó:
Y lo más triste es que no es espontánea. Desde el
momento en que se elaboran los presupuestos de ingresos y egresos ya se está
pensando en cómo desfalcar a la respectiva empresa. Incluso desde antes, desde
que un ‘vivo’ asume el cargo. Después, cuando se preparan los pliegos de
condiciones de obras por contratar o de bienes por adquirir, se incorporan las
marrullas y se piensa en el cliente que saldrá favorecido en las licitaciones o
juntas de compras. Cuando se llevan a cabo las audiencias de adjudicación, ya
los interesados han recibido su tajada por parte del funcionario o funcionarios venales, entonces, su firma gana el
concurso. Después vienen las quejas del contratista o del proveedor y surgen
los pagos de incrementos y pagos
extras o adicionales en los cuales los funcionarios de marras tienen su buena
tajada. Esa es la razón para que muchas obras resulten costando hasta el doble
de su presupuesto inicial. Otra forma muy común de corrupción es el cobro de
indemnizaciones por fallas o presuntas fallas del Estado. Esta iniquidad es muy
frecuente a causa del conflicto interno ya que algunas organizaciones no
gubernamentales y colectivos de abogados se han especializado en demandas
ficticias y cobros de altas sumas de dinero a la Nación como reparación de
casos que no ocurrieron o no fueron ilegítimos, como ellos los plantean.
Con esta
última aseveración del doctor Planeamiento las ONG presentes se pusieron
escamosas y trataron de armar barullo, pero, al no encontrar eco entre el
público, pronto se calmaron. La siguiente pregunta la hizo un abogado; dejó
libertad para que la respondiera el panelista que quisiera hacerlo. Su
inquietud era esta:
¿Es posible que la justicia, que está tan de capa
caída, tan desprestigiada, tenga que ver en la forma en se han venido
impregnando de corrupción los organismos del Estado?
Los
conferencistas hablaron entre sí y acordaron que respondiera la doctora
Ejecución, quien habló en los siguientes términos:
Por supuesto que la justicia es culpable directa de muchos de los vicios que tiene el
Estado y de muchas de sus fallas. Es la hija autista (y pido perdón a los
autistas) de la politiquería y la corrupción. Si la justicia en Colombia
funcionara como debe funcionar no sólo no tendríamos corrupción sino que no
tendríamos conflicto armado y, aún, es posible que ya hubiéramos salido del
narcotráfico. El país estaría en paz y tendría unos índices de prosperidad y
desarrollo muy superiores a los que registra hoy en día. Una administración de
justicia no solamente debe inspirar confianza y seguridad sino también disuadir
a los corruptos, a los violentos, a los delincuentes en general. Pero, infortunadamente,
la justicia en Colombia apenas sirve para alarmar y poner perplejos y
desconcertados a los colombianos con sus investigaciones, sus procesos y sus
fallos.
Ante
esta respuesta, la audiencia asintió con la cabeza. Entonces, se levantó una
dama para plantear la siguiente interesante pregunta, que fue respondida por el
doctor Análisis, quien es también un reconocido sicólogo.
Si hay tanta corrupción ¿para qué sirven las
juntas directivas, los comités de directores, de gerentes, de jefes, las comisiones administrativas,
etc., si no es para dirigir y controlar los procesos administrativos y a los
funcionarios que intervienen en esos procesos?
Muy buena su pregunta. Infortunadamente, manifestó el
doctor Análisis, en estos grupos que
tienen una responsabilidad muy grande en la marcha de las entidades se presenta un fenómeno de orden sicológico
entre los miembros de esos comités, fenómeno que incide en los resultados de
esas corporaciones. Una especie de recuento del desarrollo de una de esas juntas
me facilita explicar mi punto de vista. Cuando se reúnen los miembros de una de
esas juntas, reciben del gerente o director de la empresa un informe de la gestión
que se viene adelantando. Se lo presentan en Power Point o Flash, con una serie de cuadros y
gráficos que a la postre nadie entiende. Son bastante tramadores. Luego,
presentan un problema e indican cómo avanza su solución. Aquí es donde entran a
actuar los comportamientos síquicos característicos. Uno ve en la mesa a unas
personas muy bien puestas: bien vestidas, corbatas elegantes, unas con gafas, unas
serias, otras sonrientes, todas haciendo gala de buenos modales, pero cuando
les toca opinar sale a relucir su otro yo y todo se atasca.
Entonces, en la mesa ya no se aprecian personas de
las que uno esperaría comportamientos acordes con su apariencia sino que salen
a relucir el arrogante, el protagonista, el envidioso, el egoísta, aquél al que
sólo le gusta figurar; resaltan las actitudes personalistas, la altanería, la altivez,
el afán de mostrarse como el más calificado, la preocupación por figurar en
todo, el amor exagerado por sí mismo, el desear lo de los demás, etc. El
arrogante dice que todo está mal hecho, que “yo hice…, yo programé…, yo
diseñé…, yo redacté…”, todo en forma perfecta, “gracias a mis doctorados y
maestrías en el tema”. Toma la palabra el protagonista para afirmar que, como
ellos han visto, a él lo consultan de muchas partes y que, gracias a su
experiencia, aparece con frecuencia en la prensa y la televisión. Narra
historias en las que él fue la estrella central. Claro que todos saben que él
mismo busca meterse en todo para demostrar que es una persona importante. Habla
a continuación el envidioso para decir que todo está mal; que él lo habría
hecho mejor. Interviene luego el egoísta, que muestra un inmoderado amor por sí
mismo que lo lleva a descalificar lo que le presentan. En esta forma, los
miembros de la junta, comité o reunión de directores cierran la ventana de las
realizaciones y terminan en nada porque cada uno va por su lado. De ahí que
estas organizaciones se reúnan poco y aporten poco colectivamente al control y
manejo de la respectiva entidad.
Terminada
esta intervención, tomó el micrófono el doctor Lógica para hacer un resumen del
Foro y darlo por terminado. En el Resumen, hizo hincapié en los puntos más
sobresalientes de cada planteamiento y en los aspectos relevantes de las
respuestas a las preguntas de algunos asistentes. Consideró que el tema “¿Por qué Colombia no ha podido salir de los graves problemas
que le impiden vivir en paz y superar su condición de subdesarrollo?” había sido ampliamente
cubierto; que el interrogante había sido resuelto, y se declaró satisfecho de
su desarrollo. Después, agregó algunas observaciones de su propia
cosecha sobre la temática. Tomó el caso del conflicto interno como ejemplo
fehaciente de las deficiencias del Estado en la solución de problemas. Aseguró
que, en efecto, siempre ha estado mal diagnosticado, que se le ha dado mal manejo; que en ocasiones las respuestas del
Estado a las afrentas que recibe han sido parciales; que las entidades del
Estado comprometidas en responsabilidades delicadas reciben respaldos
insuficientes; que se nota mucha desarticulación estatal para resolver
problemas que exigen soluciones integradas; que se presenta ambivalencia del
sector privado en el trato de algunos problemas y, además, doble juego de
ciertos políticos; que en asuntos predominantemente colombianos a veces aparece
una indebida injerencia externa.
Al día siguiente del Foro, el periódico que participó
en su organización publicó la siguiente ‘notica’ en una de sus columnas de
asuntos breves: Ayer, en la Universidad
Tal se llevó a cabo un foro sobre la realidad nacional. Estuvo muy concurrido.
Asistieron unas seiscientas personas. Por su parte, la revista que también tomó
parte en la organización y promoción del evento no publicó absolutamente nada.
Los dos rectores se comunicaron telefónicamente, manifestaron mutuamente estar
muy complacidos con el desarrollo y resultados, que para ellos el Foro logró su
cometido, pero se sintieron tremendamente decepcionados y desencantados por la
nula publicidad que tuvo el evento cuya trascendencia era innegable.
Refiriéndose a la actitud de la prensa comentó uno de ellos: Así es Colombia.
Corolario
Manejo de la
problemática nacional
En
atención a que las metáforas empleadas hablan por sí solas y cada tema está
suficientemente explicado en el texto correspondiente, se considera que no se
requiere una ampliación.
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