martes, 17 de abril de 2012

REALIDAD NACIONAL


FORO



Por Brigadier General (r) Adolfo Clavijo





Dos rectores de universidades, amigos entre sí, se encontraron para almorzar un día cualquiera. Los temas que trataron inicialmente, relacionados con sus respectivas universidades, dejaron ver que ambos estaban complacidos con sus labores, pero esto no era obstáculo para que cada uno aprovechara la ocasión para sacar provecho de lo que su interlocutor tenía que decir con respecto a la educación superior. Después del tema académico abordaron la situación del país. Los dos coincidieron en que era muy compleja y que no veían, ni en el corto ni en el mediano ni en el largo plazo, solución a los grandes problemas que vienen aquejando a los colombianos desde hace ya varias décadas. Atribuyeron la subsistencia de los problemas al mal manejo que en diferentes ámbitos e instancias les dan a las cuestiones que atormentan al país. De pronto, uno de ellos le sugirió al otro hacer algo que pusiera en evidencia las inconsistencias, incongruencias e insensateces que hacen prevalecer los problemas en la vida nacional.



Al final, acordaron realizar entre las dos universidades y dos medios de comunicación invitados, un periódico y una revista, un foro que sacara a flote las fallas estatales, en especial las gubernamentales, en la conducción de los asuntos oficiales, sobre todo en la búsqueda de solución a los problemas. Con el fin de determinar el tema del Foro, los panelistas y el moderador, quedaron en hacer una reunión formal con los directores de los medios escogidos



A los quince días se encontraron los cuatros en la Rectoría de una de las dos universidades. Después de una larga discusión, se pusieron de acuerdo en que el tema a tratar en el foro sería un interrogante: “¿Por qué Colombia no ha podido salir de los graves problemas que le impiden vivir en paz y superar su condición de subdesarrollo?” Después, dedicaron otro par de horas a definir quiénes deberían ser los panelistas; no era fácil escogerlos pues deberían ser personas muy versadas en la realidad nacional. Al final convinieron que fueran: el investigador y tratadista de valores, principios y problemas, doctor Análisis; el especialista en diseñar proyectos y obras de distinta naturaleza, doctor Planeamiento; y la experimentada en la dirección y supervisión de trabajos, obras y realizaciones en general, doctora Ejecución. Decidieron también que las intervenciones se harían en ese orden. Les tomó un poco menos tiempo ponerse de acuerdo para nombrar como moderador del Foro al experimentado en juicio y raciocinio, el filósofo Lógica. Por último, concertaron la fecha, el sitio del evento académico –una universidad- los asistentes, la difusión y promoción correspondientes y quiénes serían los invitados especiales.   



Llegaron el día y la hora del Foro. El auditorio estaba full; asistieron unas 600 personas, entre ellas los invitados especiales, que eran congresistas, funcionarios del gobierno y rectores de otras universidades. El resto eran estudiantes y público en general, debidamente inscrito, y unas ONG que nunca faltan a estas programaciones.



Después de cumplirse los puntos habituales del protocolo de la agenda, el filósofo Lógica leyó las biografías de los ponentes. A continuación, le concedió la palabra al respetado doctor Análisis, quien en su media hora, hablando con plena seguridad pero también decepcionado, dijo, entre otras cosas:



En casi todas las instancias del Estado colombiano se equivocan mucho en las valoraciones de los problemas nacionales. Por tal razón, éstos pasan de gobierno en gobierno, de autoridad en autoridad, de funcionario en funcionario sin que se solucionen. El ejemplo más clásico es el conflicto interno, que lleva 50 años sin que le encuentren la puerta de salida; ni las entidades ni las personas responsables de este entuerto han sabido que hacer y, sin ruborizarse, entregan el puesto con el problema tal como lo recibieron, y en algunos casos peor. Lo mismo pasa en otros aspectos de la vida nacional como la salud, la educación, la pobreza absoluta, el agro, el desempleo y subempleo, el narcotráfico, etc., etc., cuestiones que, si les van bien durante un gobierno o durante el mandato de un jefe determinado, terminan como estaban, porque lo común es que la situación empeore. Los problemas quedan para que los políticos los exploten y los aprovechen en las campañas electorales con la promesa de que, si son elegidos, ellos sí van a solucionarlos. Sin embargo, ellos bien saben que tampoco van a cumplir.  



Son muchas las causas que generan esta situación, pero sólo hago mención de las dos más típicas: 1) El diagnóstico incompleto o equivocado de una situación cualquiera del cual se parte para solucionar un problema. Siempre se toma únicamente una parte del caso y no se consideran otras, bien puede ser por desinterés, ignorancia o desaprensión. Por ejemplo, cuando se piensa en soluciones al conflicto interno, siempre se han dejado por fuera de estudio de componentes diferentes a los grupos armados, es decir, no se han tenido en cuenta las otras formas de agresión. En el resto de problemas que afligen a los colombianos pasa lo mismo. Por eso se registran en las actas de entrega de las dependencias como asuntos pendientes o por resolver. 2) Los nombramientos de personas por la vía de la burocracia, es decir, en pago de favores políticos o para atender las presiones de las ‘palancas’ para que se nombre en ciertos cargos a amigos o personas que no saben qué hacer o, si saben, no se preocupan por hacerlo. De la noche a la mañana, convierten a un filósofo en estratega y terminan haciéndole caso. Por estas razones, los grandes problemas nacionales son como una herencia que pasa de ‘corbata en corbata’.



Cumplidos los treinta minutos, dio por terminada su intervención, la cual dejó a mucha gente con la boca abierta.



A continuación, le cedieron la palabra al eminente doctor Planeamiento, quien pasó al atril, saludó con amabilidad, agradeció la invitación y luego abordó su tema, afirmando que si no se investiga en detalle un problema ni se estudian a cabalidad sus entronques ni se evalúan sus causas es imposible entrar a diseñar planes definitivos de solución o mirar fórmulas que lo saquen de juego de manera radical. Dijo que, si a mucho, en algunos casos se logra llegar a soluciones parciales. Anotó también que, sin embargo, a veces, cuando el nuevo jefe o responsable de una determinada área recibe el cargo y le informan sobre un problema crónico, se agarra del deficiente diagnóstico que encuentra o que le hicieron sus colaboradores para tratar de atacar el problema y, de paso, a su predecesor. Por lo general, con el fin de demostrar suficiencia y pericia en la materia, estas personas sueltan una propuesta de solución empujada por una corazonada o pálpito que no arregla nada -porque no se hace con base en antecedentes ni experiencias- pero que pone a todos los subalternos a tirar cráneo para estructurar la idea proyectando acciones, determinando objetivos, calculando presupuestos, trazando esquemas y proponiendo organizaciones. Este proceso dura sólo el tiempo que ese equipo o administración permanezca en el poder, porque cuando llega un nuevo jefe impone su propia corazonada, matando y enterrando la anterior. El doctor Planeamiento terminó su media hora asegurando que así, en las instituciones y entidades oficiales se pierden tiempo, esfuerzos y recursos en forma permanente, mientras el problema sigue intacto porque por este camino, que es muy común en la administración pública, no se remedia nada.



Acto seguido, pasó al atril la doctora Ejecución; se le veía desanimada. Fue dura en sus comentarios sobre cómo se llevan a cabo en Colombia los procesos de obras, trabajos, contrataciones, prácticas, realizaciones, operaciones, actividades, estudios, investigaciones, ponencias, etc. Anotó que en el país la palabra cumplimiento está perdiendo su significado porque casi todo lo que se inicia queda sin terminar o queda mal terminado o se demora el triple o no va encauzado hacia donde se necesita. Esto frustra considerablemente a la población afectada por el tema, además de que mengua los respectivos presupuestos. Entre otros de sus comentarios se encuentran:



Es claro que si el diagnóstico es deficiente y la proyección también es deficiente, las actividades que se desarrollen en los sectores oficiales, por consiguiente, serán deficientes, lo que permite que entren a mandar la incompetencia, la ineptitud, y a reflejarse los malos resultados de las distintas administraciones.

Cuando la proyección es mala, es difícil implementar controles, entonces hace su aparición la corrupción, que ha venido contestando lista en casi todos los órdenes de la administración pública. Es muy raro el bolsillo del Estado al que no le hayan metido la mano furtivamente. 

Las frustraciones por los malos procesos en programas que atienden necesidades urgentes de la población generan malestares que en muchas ocasiones se traducen en violencia debido a que en las protestas públicas se infiltran elementos de la subversión y de la guerrilla que cometen actos terroristas para que sean atribuidos a las masas descontentas con los manejos gubernamentales.

De todo lo anterior saca provecho el proceso subversivo, que aumenta sus acciones de violencia para poner más en jaque el gobierno de turno y crear una sensación de ingobernabilidad.



Con la misma cara de desconsuelo con que inició su intervención, la doctora Ejecución agradeció la atención que le prestaron durante sus treinta minutos y se sentó a esperar preguntas.



Tomó entonces el micrófono el PHD Lógica para abrir el periodo de preguntas. Le dio la palabra a un estudiante que le formuló esta pregunta al doctor Análisis:



¿A qué atribuye usted la mala situación del país en todos los campos? Entiendo que hay muchas causas y razones para que estemos como estamos y que a corto y mediano plazo no se vislumbren cambios sustanciales y positivos. ¿Cuál considera Ud. que sea la causa principal y por qué?



Respondió el doctor Análisis, no sin antes acomodarse las gafas y enderezar el micrófono del atril:



Para mí, la causa principal de nuestras penas es la politiquería. A medida que dé mis explicaciones sobre las causas, Ud. irá entendiendo el porqué de cada una de ellas. Pues bien, la politiquería, es para mí el papá (o la mamá, si prefieren) de los males que laceran a los colombianos. El afán por hacer parte de la administración pública, en cualquiera de sus entidades e instancias, hace que el aspirante se la juegue toda, dejando de lado valores y principios. Y después, de la misma forma en que se olvidó de condiciones morales y éticas para obtener un cargo oficial, cuando lo desempeña, el decoro y la honestidad no caben en sus estudios de los problemas ni entre los proyectos que diseña o que aprueba; se dedica a lo que iba: a ‘explotar el cargo’. Entonces, lo tiene sin cuidado si acierta o no acierta, si produce o no produce, si trabaja o no trabaja, si hace trabajar o no hace trabajar. Sólo le preocupa que lo saquen antes de haber exprimido el puesto. Podría extenderme más para contestar su pregunta pero me parece que con esto puede quedar resuelta su inquietud.



El estudiante asintió. En seguida, se levantó un profesor de una universidad e hizo una pregunta con destino al doctor Planeamiento:



¿Cree usted que la corrupción incide de manera directa en los planes y proyectos de los organismos oficiales, llámense institutos, entidades, empresas del Estado, estamentos y, aún, en las distintas ramas del poder público?  



Indiscutiblemente que sí y, si la politiquería es el papá de los males de Colombia, la corrupción es la mamá, señaló el doctor Planeamiento, y agregó:



Y lo más triste es que no es espontánea. Desde el momento en que se elaboran los presupuestos de ingresos y egresos ya se está pensando en cómo desfalcar a la respectiva empresa. Incluso desde antes, desde que un ‘vivo’ asume el cargo. Después, cuando se preparan los pliegos de condiciones de obras por contratar o de bienes por adquirir, se incorporan las marrullas y se piensa en el cliente que saldrá favorecido en las licitaciones o juntas de compras. Cuando se llevan a cabo las audiencias de adjudicación, ya los interesados han recibido su tajada por parte del funcionario o funcionarios venales, entonces, su firma gana el concurso. Después vienen las quejas del contratista o del proveedor y surgen los pagos de incrementos y pagos extras o adicionales en los cuales los funcionarios de marras tienen su buena tajada. Esa es la razón para que muchas obras resulten costando hasta el doble de su presupuesto inicial. Otra forma muy común de corrupción es el cobro de indemnizaciones por fallas o presuntas fallas del Estado. Esta iniquidad es muy frecuente a causa del conflicto interno ya que algunas organizaciones no gubernamentales y colectivos de abogados se han especializado en demandas ficticias y cobros de altas sumas de dinero a la Nación como reparación de casos que no ocurrieron o no fueron ilegítimos, como ellos los plantean.



Con esta última aseveración del doctor Planeamiento las ONG presentes se pusieron escamosas y trataron de armar barullo, pero, al no encontrar eco entre el público, pronto se calmaron. La siguiente pregunta la hizo un abogado; dejó libertad para que la respondiera el panelista que quisiera hacerlo. Su inquietud era esta:



¿Es posible que la justicia, que está tan de capa caída, tan desprestigiada, tenga que ver en la forma en se han venido impregnando de corrupción los organismos del Estado?



Los conferencistas hablaron entre sí y acordaron que respondiera la doctora Ejecución, quien habló en los siguientes términos:



Por supuesto que la justicia es culpable directa de muchos de los vicios que tiene el Estado y de muchas de sus fallas. Es la hija autista (y pido perdón a los autistas) de la politiquería y la corrupción. Si la justicia en Colombia funcionara como debe funcionar no sólo no tendríamos corrupción sino que no tendríamos conflicto armado y, aún, es posible que ya hubiéramos salido del narcotráfico. El país estaría en paz y tendría unos índices de prosperidad y desarrollo muy superiores a los que registra hoy en día. Una administración de justicia no solamente debe inspirar confianza y seguridad sino también disuadir a los corruptos, a los violentos, a los delincuentes en general. Pero, infortunadamente, la justicia en Colombia apenas sirve para alarmar y poner perplejos y desconcertados a los colombianos con sus investigaciones, sus procesos y sus fallos.



Ante esta respuesta, la audiencia asintió con la cabeza. Entonces, se levantó una dama para plantear la siguiente interesante pregunta, que fue respondida por el doctor Análisis, quien es también un reconocido sicólogo.



Si hay tanta corrupción ¿para qué sirven las juntas directivas, los comités de directores, de gerentes,  de jefes, las comisiones administrativas, etc., si no es para dirigir y controlar los procesos administrativos y a los funcionarios que intervienen en esos procesos?



Muy buena su pregunta. Infortunadamente, manifestó el doctor Análisis, en estos grupos que tienen una responsabilidad muy grande en la marcha de las entidades se presenta un fenómeno de orden sicológico entre los miembros de esos comités, fenómeno que incide en los resultados de esas corporaciones. Una especie de recuento del desarrollo de una de esas juntas me facilita explicar mi punto de vista. Cuando se reúnen los miembros de una de esas juntas, reciben del gerente o director de la empresa un informe de la gestión que se viene adelantando. Se lo presentan en Power Point o Flash, con una serie de cuadros y gráficos que a la postre nadie entiende. Son bastante tramadores. Luego, presentan un problema e indican cómo avanza su solución. Aquí es donde entran a actuar los comportamientos síquicos característicos. Uno ve en la mesa a unas personas muy bien puestas: bien vestidas, corbatas elegantes, unas con gafas, unas serias, otras sonrientes, todas haciendo gala de buenos modales, pero cuando les toca opinar sale a relucir su otro yo y todo se atasca.



Entonces, en la mesa ya no se aprecian personas de las que uno esperaría comportamientos acordes con su apariencia sino que salen a relucir el arrogante, el protagonista, el envidioso, el egoísta, aquél al que sólo le gusta figurar; resaltan las actitudes personalistas, la altanería, la altivez, el afán de mostrarse como el más calificado, la preocupación por figurar en todo, el amor exagerado por sí mismo, el desear lo de los demás, etc. El arrogante dice que todo está mal hecho, que “yo hice…, yo programé…, yo diseñé…, yo redacté…”, todo en forma perfecta, “gracias a mis doctorados y maestrías en el tema”. Toma la palabra el protagonista para afirmar que, como ellos han visto, a él lo consultan de muchas partes y que, gracias a su experiencia, aparece con frecuencia en la prensa y la televisión. Narra historias en las que él fue la estrella central. Claro que todos saben que él mismo busca meterse en todo para demostrar que es una persona importante. Habla a continuación el envidioso para decir que todo está mal; que él lo habría hecho mejor. Interviene luego el egoísta, que muestra un inmoderado amor por sí mismo que lo lleva a descalificar lo que le presentan. En esta forma, los miembros de la junta, comité o reunión de directores cierran la ventana de las realizaciones y terminan en nada porque cada uno va por su lado. De ahí que estas organizaciones se reúnan poco y aporten poco colectivamente al control y manejo de la respectiva entidad.



Terminada esta intervención, tomó el micrófono el doctor Lógica para hacer un resumen del Foro y darlo por terminado. En el Resumen, hizo hincapié en los puntos más sobresalientes de cada planteamiento y en los aspectos relevantes de las respuestas a las preguntas de algunos asistentes. Consideró que el tema “¿Por qué Colombia no ha podido salir de los graves problemas que le impiden vivir en paz y superar su condición de subdesarrollo?” había sido ampliamente cubierto; que el interrogante había sido resuelto, y se declaró satisfecho de su desarrollo. Después, agregó algunas observaciones de su propia cosecha sobre la temática. Tomó el caso del conflicto interno como ejemplo fehaciente de las deficiencias del Estado en la solución de problemas. Aseguró que, en efecto, siempre ha estado mal diagnosticado, que se le ha dado mal manejo; que en ocasiones las respuestas del Estado a las afrentas que recibe han sido parciales; que las entidades del Estado comprometidas en responsabilidades delicadas reciben respaldos insuficientes; que se nota mucha desarticulación estatal para resolver problemas que exigen soluciones integradas; que se presenta ambivalencia del sector privado en el trato de algunos problemas y, además, doble juego de ciertos políticos; que en asuntos predominantemente colombianos a veces aparece una indebida injerencia externa.



Al día siguiente del Foro, el periódico que participó en su organización publicó la siguiente ‘notica’ en una de sus columnas de asuntos breves: Ayer, en la Universidad Tal se llevó a cabo un foro sobre la realidad nacional. Estuvo muy concurrido. Asistieron unas seiscientas personas. Por su parte, la revista que también tomó parte en la organización y promoción del evento no publicó absolutamente nada. Los dos rectores se comunicaron telefónicamente, manifestaron mutuamente estar muy complacidos con el desarrollo y resultados, que para ellos el Foro logró su cometido, pero se sintieron tremendamente decepcionados y desencantados por la nula publicidad que tuvo el evento cuya trascendencia era innegable. Refiriéndose a la actitud de la prensa comentó uno de ellos: Así es Colombia.  





Corolario

Manejo de la problemática nacional



En atención a que las metáforas empleadas hablan por sí solas y cada tema está suficientemente explicado en el texto correspondiente, se considera que no se requiere una ampliación.


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