viernes, 2 de marzo de 2012



"A PROPÓSITO DE LA CONDENA DEL CORONEL ALFONSO PLAZAS VEGA"


Armenia 31 de Enero de 2012


Hoy 31 de Enero de 2012, decido escribir esta nota a raíz de la ratificación de la condena a 30 años de prisión que acaba de hacer Tribunal Superior de Cundinamarca en contra del Señor Coronel ALFONSO PLAZAS VEGA. Una infamia, sin lugar a dudas, pero es una infamia que permitimos los militares, no de ahora sino desde hace muchos años.

Fui quizá el primer oficial superior con quien la Fiscalía General de la Nación hizo el ensayo para dar comienzo a la destrucción del Ejército. El 04 de Diciembre de 1994 en el aeropuerto de Neiva cuando me disponía a abordar el avión para abandonar esa región a la que le había entregado dos años de mi vida en forma total, el CTI de la Fiscalía, entonces dirigida por un siniestro personaje de apellido Serrano, me detuvo mediante un inmenso “show” mediático en el que participaron la policía, el DAS y la Fiscalía. Extrañamente los mandos institucionales se encontraban en una reunión.

También en aquella aciaga fecha para el Ejército, la Fiscalía, por primera vez, allanó un Batallón, sus instalaciones, permitido esto por el Comandante de la Brigada; con ello tuvieron a sus anchas la facultad de “fabricar” pruebas para anexarlas al proceso y poder de esta forma crear y estimular ambientes de culpabilidad que los militares no sabemos rebatir. Una inocente foto del Comandante del Batallón con algunos de sus subalternos fue anexada a mi proceso identificándonos como una banda criminal

La razón para mi detención obedecía al éxito operacional que había obtenido con mi Batallón. En este “positivo” de la Fiscalía me fueron violados todos mis derechos constitucionales, y legales, por ejemplo, en mi condición de Comandante de Batallón se me debió notificar el inicio de la investigación para que pudiera preparar mi defensa como lo ordena la ley, no tuve esa posibilidad, por el contrario, me fue negado el acceso a la pruebas en mi favor.


Quisieron trasladarme a la cárcel Judicial de Rivera Huila, no lo hicieron porque de manera espontánea les manifesté que esto se constituía en una violación del Código Penal y que por lo tanto debía quedar por escrito en un acta, la verdad yo no sabía a cabalidad la norma, pero mi respuesta creo que los intimidó porque de inmediato cambiaron su decisión y me condujeron a la Novena Brigada.
La intención del Fiscal General de la Nación, Alfonso Gómez Méndez, era “encerrar por lo menos tres generales del Ejército” y conmigo, siendo un oficial superior, hicieron el ensayo. Muy seguramente esperaron la reacción de la Fuerza, entonces en manos del Señor General Bedoya Pizarro y para sorpresa mía y de la Fiscalía, el Ejército se manifestó
pero en mi contra, la alegría del Fiscal debió haber sido inmensa, el “camino” lo había allanado el mismo Ejército y a ellos solo les correspondía aprovechar esta circunstancia.
En el inicio de mi proceso me negué a dar declaraciones ante la Fiscalía, aduciendo como argumento, que ellos no eran mis jueces, que mi Juez natural era el Comandante de la Novena Brigada, lo cual provocó una positiva colisión de competencias, que fue dirimida por el Honorable Consejo Superior de la Judicatura en favor de la Justicia Penal Militar. Pero dos años más tarde un Honorable Magistrado del Tribunal Superior Militar, desconociendo el mandato constitucional me envió de nuevo a la Justicia sin Rostro, en Sentencia firmada por el entonces Comandante General de la Fuerzas Militares, General Bonett Locarno, mi Juez Natural como lo ordenaba la Constitución del año 91.
De nuevo, mediante Acción de Tutela, el Consejo Superior de la Judicatura, ordenó el traslado de mi proceso a la Justicia Penal Militar y de nuevo el Comando de la Novena Brigada, quien lo creyera, no avocó la investigación sino que solicitó la revisión de la Tutela ante la Corte Constitucional. El Magistrado ponente de la Revisión fue CARLOS GAVIRIA DIAZ, quien ordenó mi traslado a la Justicia Especializada en un fallo ridículo en el que parecía que el sujeto procesal era cualquier otra persona menos el suscrito. Este fallo lo impugné pero en la sala plena lo confirmaron lo cual no se constituía en una novedad.
Todas las impugnaciones y apelaciones fueron hechas por mi con mis escasos conocimientos jurídicos, por que nunca tuve por parte de la fuerza el respaldo para pagar mi defensa, con mis escasísimos recursos provenientes de mis cesantías pagué hasta donde pude un abogado, después dependí de lo que buenamente me dio la defensoría pública. Durante todo el tiempo la gran preocupación de la fuerza fue que pagara mi condena en oscuras mazmorras, custodiado por oficiales de diferentes grados, que parecían delegados de las FARC para mi custodia.
Estuve detenido 17 años, desde el día 04 de Diciembre de 1994, hasta el día 17 de Noviembre de 2011, en todo este tiempo vi llegar oficiales, suboficiales y soldados cada vez en mayor cantidad, supe de la injusta detención de mi general Uscategui, de la de mi General Del Rio con quien combatí guerrilleros y narcos en Medellín y el bajo Cauca Antioqueño, de la de mi General Arias Cabrales, de quien fui ayudante y participe de la preparación de su defensa, del Coronel Mejía quien fuera mi subalterno, pero también conocí de primera mano, porque hablé con ellos, de la detención de unos soldados que llegaban de la Macarena de orden público en el aeropuerto de Tolemaida; allí, quien lo creyera, tan pronto descendieron del avión los despojaron de su arma de dotación les quitaron su uniforme de soldado, les colocaron cualquier prenda que algunos compañeros suministraron y fueron detenidos y llevados a una cárcel para ser juzgados de manera infame, todo esto frente a sus compañeros y sus comandantes. A esos soldados los vi
llorar de angustia y sobre todo de desconcierto al verse traicionados por quienes les enseñaron de honor y de valor. También compartí mi prisión con un soldado de la patria que el mismo día y en el mismo combate perdió una pierna y su libertad ya que el juez que lo condenó a 40 años no vio la pérdida de su pierna como una prueba en su favor.
La ratificación de la Condena a mi Coronel PAZAS VEGA no es una injusticia es una infamia, pero también hay una gran infamia recluida en las cárceles militares a la que nadie se acerca.
Durante todos mis años de prisión acudí a todo el que pude en busca de ayuda, por supuesto no la obtuve. Acudí a Comandantes del Ejercito, traté de que alguien al interior de la fuerza se preocupara por lo que pasaba, pero siempre me pareció que a nadie le importaba, era la imagen institucional lo que prevalecía, lo que en verdad tenía valor, también acudí por ayuda en alguna oportunidad a mi Coronel PLAZAS VEGA, cuando hacía campaña para el senado en favor de GERMAN VARGAS LLERAS en esa oportunidad no obtuve ninguna respuesta, en el senado de la república acudí al senador RODRIGO RIVERA SALAZAR a quien mostré la sentencia de la corte Constitucional, me contestó que no podía hacer nada aún a sabiendas que era una injusticia. Al final de todo esto comprendí que los militares ESTABAMOS TERRIBLEMENTE SOLOS FRENTE AL CONFLICTO QUE AFECTA A NUESTRA PATRIA.
Cuando accedió a la presidencia el Doctor Uribe Vélez tuvimos una gran ilusión, pensamos que por fin habría algún control al desborde que había antecedido a su mandato, pero no fue así, nombró como ministro de defensa a Camilo Osorio quien acabó de entregarnos amarrados de pies y manos al enemigo. Es como si un padre de familia entregara sus hijos para que los castigaran en su propia casa ante sus ojos e impasibilidad. El propio Presidente ante instancias internacionales –Centro América- marcó la pauta cuando condenó, sin ninguna investigación, a 27 militares.
La condena del Coronel PLAZAS VEGA, no es una novedad, como tampoco lo será la de mi General ARIAS CABRALES, ni tampoco es una novedad la condena a 60 años de unos nobles soldados en los que nadie si fija, las cárceles militares están llenas de héroes encerrados tras las rejas, con el agravante que el enemigo nunca descansa, seguirá insistiendo para que se acaben como tal, si supieran que esto sería un descanso toda vez que, como lo dije antes, los carceleros designados parecen escogidos en las filas de las FARC.
Todo lo viví, nadie me lo contó, lo se por experiencia propia. 



Cordialmente.

TC José Ancízar Hincapié Betancur

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