sábado, 3 de marzo de 2012


"YO TAMBIÉN TUVE MUCHO MIEDO"


Por: TC de Artillería JOSE ANCIZAR HINCAPIE BETANCUR

Una Juez de Garantías confirmó ayer la orden de captura proferida en contra del Doctor Luis Carlos Restrepo ex comisionado de Paz del gobierno de Álvaro Uribe Vélez. “Espantado”, según sus propias palabras, escuché por radio, con anterioridad a esta confirmación, al Fiscal que tuvo la responsabilidad de la investigación al dirigirse al Doctor Restrepo como un hombre “muy peligroso” para la sociedad. Para que mi mente pudiera asimilar esta afirmación, habiendo sido testigo de su actuar durante años en una búsqueda incansable por la paz nacional; se hizo necesario que recurriera a la búsqueda de algún perfil suyo que me ayudara a comprenderá ese funcionario. Me encontré en la Internet lo siguiente:
Luis Carlos Restrepo. “Siquiatra, filósofo y escritor colombiano. Su obra se desenvuelve en torno a una reflexión sobre la libertad humana, abarcando los campos de la psiquiatría, la educación, la política y la filosofía. Su concepción de la libertad, como encuentro fructífero con el azar, es el eje en torno al cual redefine la práctica psiquiátrica, la vida familiar y el ejercicio ciudadano. Desarrolla además conceptos complementarios como el valor central de la ternura, la ecología humana como emergencia de la singularidad sin romper la interdependencia y lo sacro como figura de la conciencia en la sociedad de masas contemporánea. 
Ha combinado su labor de pensador con la intervención social frente a problemas como la drogadicción, la violencia y la torpeza afectiva que priman en el mundo contemporáneo. En 1997 lideró el Mandato Ciudadano por la Paz, movimiento civil que movilizó a diez millones de colombianos que depositaron un voto por la paz y la finalización de la violencia. Entre agosto del 2002 y marzo de 2009 se desempeñó como Alto Comisionado para la Paz del gobierno de Colombia.


Autor de los libros: Libertad y locura (1983); La trampa de la razón (1986); El derecho a la ternura (1994); La fruta prohibida (1994); Ecología humana (1996); Semiología de las prácticas de salud (1996); El derecho a la paz: proyecto para un arca en medio de un diluvio de plomo (1997); Ética del amor y pacto entre géneros (1998); Memorias de la tierra (1998); Mas allá del terror: abordaje cultural de la violencia en Colombia (2002); El retorno de lo sacro (2004); Viaje al fondo del mal (2005); Origen del concepto de espíritu (2010)”.
Visto todo lo anterior mi mente quedó hecha un caos, no podía encontrar la peligrosidad del Doctor Restrepo y al final no pude sino llegar a una conclusión: El Doctor Restrepo tuvo miedo. El miedo lo define la Real Academia de la Lengua como “una perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo real o imaginario” o también como “el recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea”. En su consultorio debió tener muchos pacientes a quienes trató, y sobre todo, les formuló recetas para curarlos de sus miedos, pero lo que él no había experimentado en carne propia era el miedo real, y aquí encontré la razón del Doctor Restrepo de tomar la decisión de convertirse en un “desahuciado”, como dice una canción, por haber tenido que marchar allende de su propia heredad.
Los militares lo comprendemos muy bien Doctor Restrepo, por que sabemos qué es el miedo, solo que a nosotros nos toca aprender a controlarlo desde muy jóvenes, apenas entramos a la Escuela Militar. Imagine la aprensión que causa esta expresión “defender la bandera hasta con nuestra propia vida si ello se hace necesario” dicha cuando juramos lealtad a la bandera, se constriñe el espíritu al adquirir semejante responsabilidad cuando se tiene apenas16, 17, 0 18 años y lo más absurdo de todo es que a lo largo de toda una vida cumplimos a cabalidad este juramente y si no que nos lo diga, desde el cielo por supuesto, el señor Mayor, el Cabo y los soldados que acaban de entregar sus vidas sin importarles sus propias familias y con ellos miles más. Lo más lógico es que hubieran atendido el llamado natural de protegerse a si mismos y abandonar la “estúpida” idea de salvar la de los civiles que tienen hoy su vida gracias al sacrificio de ellos. Hoy cuando escribo esta nota, estas personas, ni siquiera recuerdan sus nombres.
En todas las veces que me enfrenté a la muerte, y fueron varias lo aseguro, tuve mucho miedo, más sin embargo caminé al frente como me lo determinó mi juramento. La primera vez que me dispararon tuve unos deseos inmensos de salir corriendo, no se si les pasaría lo mismo a todos los demás militares, creo que si, esa tenue línea que divide la heroicidad de la cobardía la cruzamos los militares hacia la heroicidad, no sabemos exactamente como, seguramente el Doctor Restrepo tiene una respuesta, pero la realidad es que muy pocos la eluden, como nos lo relató el Coronel Mejía Gutiérrez, quien fuera mi subalterno en diferentes ocasiones. 
Pero ninguno de estos miedos se puede comparar al que tuvo, seguramente el Doctor Restrepo, y que tuve yo el 4 de Diciembre de 1994 y que tuvieron los ya miles de militares detenidos. PERDER LA LIBERTAD. Para entenderlo habría que leer y estudiar su libro de 1983 LIBERTAD Y LOCURA. 
Ese día me detuvo el CTI de la Fiscalía en Neiva en un “show” mediático muy de su estilo. Era la primera vez que me sentaba en un estrado judicial en el plan de acusado, la fiscal sin rostro que asumió que tenía a su cargo la investigación me recibió de la siguiente manera: ¿“Usted es el famoso coronel Hincapié”? le respondí “así es” a lo cual ella me señalo los cuadernos de un expediente y dijo ¿“sabe usted que hay ahí”? “no” le respondí y ella me dijo “ahí hay como 120 años de cárcel par usted”. Mis esfínteres se contrajeron y por poco eclosionan, mi espíritu se estremeció en una sensación que no había sentido ni siquiera cuando había escuchado disparos en la selva buscándome a mi como objetivo, tardé varios segundos en reaccionar, solo atiné a decirle: “doctora ignoro si la ley colombiana tiene ese tipo de condena, pero lo que si puedo decirle es que soy un hombre de 44 años y asumiendo que mi expectativa de vida sea de 90 años le puedo regalar el resto de tiempo” ella no se esperaba esta respuesta y procedió a iniciar mi interrogatorio llena de ira y de odio. En aquella oportunidad también tuve mucho miedo.
Yo también tuve mucho miedo cuando la Justicia Penal Militar después de haberme juzgado en un consejo verbal de guerra y de estar listo mi proceso para una sentencia, sin que existiese una ley en el ordenamiento jurídico colombiano que así lo determinara, me entregó atado a la justicia sin rostro. Como el Doctor Restrepo mi único pensamiento fue huir y buscar asilo. Pero un Teniente Coronel del Ejército no tiene ninguna opción y menos si no había traicionado a ningún superior condición indispensable para conseguir beneficios, por lo tanto decidí huir de incognito y renunciando a mi propia identidad.
Conseguí el contacto que me iba a ayudar a obtener documentos falsos como ciudadano costarricense, había en ese momento un renombrado político colombiano asilado en ese país y yo veía viable esta posibilidad. Mis condiciones económicas, que siempre han sido precarias, no me daban la posibilidad de viajar de otra forma que de polizón en barco desde Buenaventura, asumí el reto y me preparé para esta aventura de la cual solo sabían tres personas. Iba a abandonarlo todo: patria, familia, honor, amigos, compañeros, todo estaba preparado para convertirme en un anónimo total, ya nadie volvería a saber de mi, todo esto era necesario, pensaba, para eludir cualquier acción de una justicia injusta que me condenaba por el delito de haber defendido de lo terroristas a mi patria. Lo último que hice antes de partir fue despedirme de las tres personas que me habían acompañado en todo este proceso, al invocar a Dios por su protección tuve la iluminación que me ha permitido estar cometiendo este escrito. “Hijo y Tu Qué? la pregunta la hice a mi hijo mayor, a lo cual él me contestó “papa hasta aquí llegué por que sin ti no voy para ningún lado”.
Con estas palabras retumbando en mis oídos, proyecté mi viaje y me preparé para todas las situaciones, pensé en mi juramento, pensé en todos mis miedos, imploré por ayuda divina y al ver mi futuro completamente sin esperanza como los hombres de Artillería coloqué el Deber por encima de mi vida y como los de caballería “volví la cara” y me enfrenté al cadalso. Fueron más 6100 días de tortura, obscuridad y soledad.
Mi juicio no fue diferente al de mi Coronel PLAZAS, o el de mi General ARIAS CABRALES, o el de mi General DEL RIO, tampoco el de todos los oficiales, suboficiales y soldados que se encuentran en los ya insuficientes Centros de Reclusión Militar: testigos falsos, falta de pruebas, retractaciones, en mi juicio quien formuló la denuncia manifestó el nombre del fiscal, los valores que le pagaron Etc. Todo desestimado por el Juez que me condenó, testigos enfermos mentales, es decir la película es la misma, de la misma manera que es igual el comportamiento de todos los militares, salvo unos pocos traidores, todos yendo rumbo al cadalso con la cabeza en alto pregonando su inocencia, demostrando un valor fuera de contexto a pesar de sus miedos. Somos perseguidos políticos y aún no se nos ha ocurrido pedir asilo.
Seguiré buscando mis propias respuesta, mientras tanto abrigo la esperanza que el Doctor Restrepo y los militares perseguidos injustamente logremos, tanto activos como retirados, unirnos en una sola causa si así fuera COLOMBIA aún tiene esperanza.

Cordialmente, 

TC José Ancízar Hincapié Betancur

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